INTRODUCCIÓN
El quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) es un ave
carismática. Su presencia impone, su vuelo asombra por su gracia y su destreza,
y su vida está llena de detalles fascinantes, comenzando por su especializada
alimentación a base de huesos. Varios ejemplares llegan a Asturias todos los
años desde la población pirenaica y actualmente hay dos aves inmaduras
reintroducidas en los Picos de Europa, una de ellas emparejada con un adulto
pirenaico en 2013, con el que podría criar el próximo año, lo que los
convertiría en la primera pareja reproductora en la cordillera Cantábrica
¡desde 1956! El grupo SEO-Asturias ha organizado un par de salidas para ver los
quebrantahuesos reintroducidos en los Picos por la Fundación para la
Conservación del Quebrantahuesos (FCQ), pero queríamos más. Así que, de acuerdo
con la FCQ, organizamos una excursión al Pirineo aragonés, concebida como un
verdadero cursillo de campo sobre la especie. Nos alojamos en el albergue que
la FCQ regenta en Revilla, en un paraje de impresionante belleza, conocimos su
trabajo sobre el terreno y disfrutamos a placer de los quebrantahuesos en el
comedero de Escuaín, donde se concentraron hasta 18 ejemplares simultáneamente,
lo que nos dio la oportunidad de deleitarnos con su vuelo y observar las
variaciones de coloración en los adultos y las diferencias de plumaje y de estructura
entre las diferentes clases de edad. Asimismo, pudimos presenciar sus
interacciones y escuchar su voz, rara vez oída fuera de estas excepcionales
reuniones.
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Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) Adulto. Foto Luis M. Arce. |
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Paisaje desde Revilla. Foto Luis M. Arce |
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Paisaje desde Revilla. Foto Luis M. Arce. |
PRIMER DÍA: ULLIBARRI-GAMBOA
Pero empecemos por el principio.
Salimos de Asturias el jueves 15 de mayo a las 08.00 horas. Como el grupo
(siete personas) tenía procedencias dispares, nos organizamos en dos coches y
nos encontramos en la gasolinera de Posada de Llanes. El plan de viaje preveía
dos paradas de observación de aves, pero finalmente sólo realizamos una, en el
embalse de Ulibarri-Gamboa, en Álava, el más grande del País Vasco y también uno
de los humedales más importantes de la España atlántica. En esta época no
registra las impresionantes concentraciones de aves acuáticas del invierno,
pero pudimos observar varias especies interesantes, como ánade friso (Anas strepera) y cuchara común (Anas clypeata), ambos con unas pocas
parejas reproductoras; pato colorado (Netta
rufina); somormujo lavanco (Podiceps
cristatus), con una importante colonia de cría (vimos varios nidos con
huevos y demostraciones territoriales de los adultos); zampullín cuellinegro (Podiceps nigricollis); garza imperial (Ardea purpurea), que también cría, y parejas
de fochas comunes (Fulica atra) con
sus pollos. Además, oímos no menos de siete carriceros tordales (Acrocephalus arundinaceus) y dos
buscarlas unicolores (Locustella
luscinioides). Todo ello en el extremo sur del embalse, lo que se conoce
como parque ornitológico de Mendixur, dotado con buenos observatorios y rodeado
de campos en los que cantaban los escribanos trigueros (Emberiza calandra) y sobre los cuales volaban sendos ejemplares de águila
calzada (Aquila pennata), culebrera
europea (Circaetus gallicus) y
alcotán europeo (Falco subbuteo). Un
buen lugar para hacer la comida (y seguro que más de uno pensó en una siesta).
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Somormujo Lavanco (Podiceps cristatus). Foto Luis M. Arce |
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Focha Común (Fulica atra) con pollos. Foto Luis M. Arce |
Después de comer seguimos viaje
hacia Revilla; apenas reanudamos el trayecto localizamos un macho de aguilucho
cenizo (Circus pygargus), la única
cita de la especie en todo el viaje. Este desplazamiento produjo también una
única observación de escribano hortelano (Emberiza
hortulana). Otras especies destacables fueron el milano real (Milvus milvus) y el abejaruco europeo (Merops apiaster). Llegamos a Revilla
casi al atardecer, con el tiempo justo para que Óscar Díez (FQC) nos mostrase
el albergue. Varios mosquiteros papialbos (Phylloscopus
bonelli) dejaban oír su distintivo canto en el pueblo y su entorno. Tras
dejar los equipajes, bajamos a cenar al hotel-restaurante de Lamiana, a unos 4
km de Revilla. En el trayecto, sumamos un chotacabras europeo (Caprimulgus europaeus) a la lista de
especies del día, que finalizó con una buena cena (aunque de raciones un tanto
escasas para el buen comer asturiano…).
SEGUNDO DÍA: A POR LOS QUEBRANTAS
El viernes lo pasamos en la
garganta de Escuaín. Por la mañana nos desplazamos al pueblo del mismo nombre (a
tiro de piedra, visto desde el albergue, pero a una hora en coche). De camino
observamos una abubilla (Upupa epops),
dentro de un pinar, así como un grupo de abejeros europeos (Pernis apivorus), recién llegados o en
paso, varios buitres leonados (Gyps
fulvus), algún milano real y un primer quebrantahuesos.
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Alcaudón dorsirrojo (Lanius Collurio). Hembra adulta. Foto Luis M. Arce |
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Milano Negro (Milvus migrans) Foto Luis M. Arce |
El camino a través del bosque (pinar
albar) reportó diversos paseriformes, como pinzón vulgar (Fringilla coelebs), carboneros común (Parus major) y garrapinos (Periparus
ater), herrerillo común (Cyanistes
caeruleus), reyezuelo listado (Regulus
ignicapilla) y mosquitero papialbo. Llegados a un amplio claro al pie del
comedero, comenzó el desfile de quebrantahuesos, entre los cuales volaban
milanos reales y negros (Milvus migrans),
así como varios vencejos reales (Apus
melba).
Desde el mediodía hasta las cuatro de la tarde nos volcamos en los
“quebrantas”, en compañía de José Carlos González (FCQ), que abandonó
momentáneamente su encierro en el hacking donde los pollos que serán liberados
este verano en los Picos de Europa se crían con vistas a sus mayores y a otras
especies con las que convivirán.
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Observando la gran cantidad de aves en vuelo. Foto Javier Martín |
Hasta 18 quebrantahuesos (varios de ellos
marcados con placas de color en las alas –“Eva”, “María”…– y uno con emisor vía
satélite) volaron juntos sobre el comedero en algún momento, entremezclados con
un centenar de buitres leonados, varios alimoches comunes (Neophron percnopterus) y ejemplares aislados de culebrera europea,
águila calzada, abejero europeo, milanos real y negro, y cuervo grande (Corvus corax).
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Quebrantahuesos (Gyapaetus barbatus). Foto Javier Martín |
Fue una ocasión
espléndida para fijarse en las variaciones de plumaje de la especie,
principalmente por edad, pero también individuales entre adultos muy naranjas y
otros muy blancos (el color de las plumas del cuerpo lo dan los baños en aguas
férricas, que no todos los quebrantahuesos practican por igual), así como en su
conducta social, con llamadas, vuelos de encuentro, agresiones... Una auténtica
gozada, aderezada con las interesantes y pormenorizadas explicaciones de José
Carlos sobre identificación de clases de edad, conducta, reproducción y
problemática de conservación de esta extraordinaria rapaz.
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Quebrantahuesos (Gyapaetus barbatus). Adulto. Foto Luis M Arce |
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Quebrantahuesos interactuando (Gyapaetus barbatus). Foto Javier Martín |
El descenso hacia Escuaín,
plenamente satisfechos con el atracón de “quebrantas”, añadió un azor común (Accipiter gentilis) a la abultada relación de aves de presa de esta
memorable jornada, que finalizamos al atardecer en los miradores de Revilla, donde
localizamos varios nidos de avión común (Delichon
urbicum) y roquero (Ptyonoprogne
rupestris) en los cortados sobre la senda, y donde nos reencontramos con el
quebrantahuesos, en concreto con un par de ejemplares inmaduros, uno de ellos
“María”, que nos regaló un “posado” sobre un farallón.
TERCER DÍA: MARMOTAS EN EL VALLE DE URDICETO
El plan para el segundo día en el
Pirineo aragonés, cumplido sobradamente el objetivo esencial del viaje, lo
dedicamos a intentar la observación de lagópodo alpino (Lagopus muta) en el entorno del ibón de Urdiceto, la zona con mayor
densidad de población de la especie en esta región del Pirineo.
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Alud. Foto Javier Martín |
La nieve nos
impidió llegar al territorio de los lagópodos (a mitad de la ruta hubimos de
salvar un alud que cortaba la pista), pero la ascensión mereció la pena. La
marmota alpina (Marmotta marmotta)
asumió el protagonismo, junto con algunas aves forestales y alpinas menos
exclusivas que la tetraónida.
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Pinar de Pino Negro (Pinus uncinata) Foto Luis M. Arce |
La subida, con un desnivel
superior a 1.000 m hasta la zona a la que pudimos acceder (unos 8 km de
recorrido), nos fue llevando del pinar silvestre de la base a los bosques de
pino negro de la parte superior del piso forestal y, finalmente, al piso
alpino, con pastos, rocas y neveros.
El recorrido por el pinar silvestre
produjo observaciones o escuchas de las mismas especies de aves forestales
detectadas en Escuaín, con la salvedad de un herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus) y un mito común (Aegithalos caudatus); otra novedad
fueron unas inquietas ardillas rojas (Sciurus
vulgaris). Sobre la cresta de la montaña, una pareja de águila real (Aquila chrysaetos) nos acompañó, de
forma intermitente, durante un buen trecho (volveríamos a ver una de ellas en
el descenso). Ya en el dominio del bosque de pino negro, lo más notable fueron
tres registros de verderón serrano (Serinus
citrinella) y, en el límite con los pastizales de alta montaña, por encima de
2.000 m, dos roqueros rojos (Monticola
saxatilis), un acentor alpino (Prunella
collaris), tres collalbas grises (Oenanthe
oenanthe) y, lo más destacado, un
mirlo capiblanco (Turdus torquatus). En esa misma zona, en una pedriza junto al camino, disfrutamos de la
observación, muy cercana, de un clan de marmotas alpinas (Marmota marmota).
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Marmota alpina (Marmota marmota) Foto Luis M. Arce |
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Embalse de Urdiceto. Foto Cristina Torres |
Una pareja de cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) volaba por los
roquedos situados a ambos lados de la central eléctrica de Urdiceto, cuyo
embalse nos proporcionó un lugar idóneo para comer y descansar durante las
horas más calurosas del día.
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Piquituerto Común (Loxia curvirostra) Foto Luis M. Arce |
Un grupo de piquituertos (Loxia curvirostra) y dos picos picapinos (Dendrocopos major), unos y otros solo oídos, fueron las únicas
novedades reseñables del camino de vuelta, que finalizamos al filo de las
siete.
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Foto del Grupo. Foto Jose L.Alvarez |
Después de tomar algo en Parzán, nos dirigimos a Revilla con ganas de
una ducha y de una buena cena, que esta vez sí colmó las expectativas de todos
los comensales.
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Foto del Grupo en la Estación Biológica Monte Perdido (Revilla) Foto Jose L.Alvarez |
CUARTO DÍA: FOZ DE LUMBIER
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Foz de Lumbier. Foto Luis M. Arce |
Para el viaje de regreso decidimos
hacer una parada en la Foz de Lumbier (Navarra), un cañón de poco más de 1 km
de longitud excavado en la roca caliza por el río Irati, en cuyas paredes, de
hasta 400 m de desnivel, se aloja una importante colonia de buitre leonado.
Esta rapaz se observa de continuo a lo largo y ancho de la garganta, junto con
alimoches comunes, milanos reales y negros, grajillas occidentales (Corvus monedula), chovas piquirrojas,
vencejos reales y aviones comunes y roqueros. También pudimos descubrir en las
paredes de la foz algunos gorriones chillones (Petronia petronia) y palomas bravías (Columba livia) –mezcladas con palomas cimarronas–, así como un par
de machos de roquero solitario (Monticola
solitarius). En las saucedas que
acompañan el curso del río vimos y escuchamos varios ruiseñores comunes (Luscinia megarhynchos), y en los
matorrales a la entrada de la foz se mostró fugazmente un macho de curruca
carrasqueña (Sylvia cantillans).
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Roquero solitario (Monticola solitarius) macho. Foto Luis M. Arce |
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Buitres Leonados (Gyps fulvus) Foto Luis M. Arce |
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Chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax) Foto Luis M. Arce |
Aprovechamos la parada para comer (esta vez con siesta para quien quiso
disfrutarla) y seguimos camino a Asturias, con la única observación mencionable
de una graja (Corvus frugilegus) en
el entorno de Pamplona.
Con una lista de aves de 117
especies y con la imborrable exhibición de quebrantahuesos en la memoria, todos
volvimos muy satisfechos de la expedición pirenaica y pensando en repetirla.
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FIN. Foto Javier Martín. |
Texto: Luis M. Arce.
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